Siendo el culto a Satán, por parte de sus adictos, contrario y en cierto modo paralelo al que se rinde a Dios en las celebraciones relgiosas ortodoxas y permitidas, en buena lógica exige también la mani festación del fervor y del sometimiento a su sobrenatural poder mediante ceremonias y concentraciones y la consagración de ciertos días. La manifestación más importante del culto satánico ha sido siempre el sabbath o aquelarre, concentración de brujos y brujas, presidida por el mismo Satanás o por un representante cualificado, y a la que solían acudir también íncubos y súcubos ( recuérdese: demonios masculinos y femeninos ), para participar en la adoración de su señor y en todos los actos subsiguientes. Todo lo diabólico tenía lugar en los aquelarres, desde la profanación a todo lo divino, hasta la realización de toda clase de excesos sexuales, que ya venimos viendo es la actividad que más place al rey de los infiernos y a sus seguidores. Frecuentemente, y sobre todo en las grandes concentraciones, el aquellare concluía con la celebración de una misa negra, que era - y es, porque se continúan celebrando - la exaltación máxima de los ritos satánicos, El primer documento, y en consecuencia, la primera referencia escrita, acerca de un sabbath, pertenece al siglo XII. Es una condenación eclesiástica a las prácticas satánicas que realizaban las sectas ya existentes
Se refiere a los «stedinger», en el norte de Europa, y relata
los ritos de iniciación de un novicio. Dice así: «Cuando
se recibe a un novicio, que entra por primera vez en la asamblea de los réprobos,
se le aparece un animal muy parecido a la rana (un sapo, seguramente).
Todos lo besan, unos en el trasero y otros en la boca, chupando con la
suya la lengua y babas del bicho. Unas veces, el sapo aparece en su tamaño
normal; otras es casi tan grande como un ganso. Generalmente tiene una
boca enorme, del tamaño de un horno de pan». Avanzando hacia
el novicio, aparece un hombre terriblemente pálido, tan delgado y
extenuado que más parece sólo tuviera huesos sobre la piel.
El novicio le besa y nota que está frío como el hielo. Nada
más besarlo, siente cómo se ha borrado de su corazón
todo recuerdo de la fe católica. A continuación se sientan
todos y celebran un banquete. Cuando se levantan, tras haber concluid,
sale de la estatua que suele presidir todas estas reuniones un gato negro
del tamaño de un perro grande, que hace su entrada andando hacia
atrás y con la cola en alto. El novicio le besa el trasero en
primer lugar; luego, el director de la ceremonia, y por último,
todos los presentes, en orden según su grado. El quedar excluido de
este acto es pena que recae sólo sobre quienes hubieran cometido
gravísima falta. Tanto, que sólo resulta superior a ella la
de la muerte». Al volver a su sitio, quedan los presentes en
silencio, la cabeza vuelta siempre hacia el gato. Luego, el director dice:
"Perdónanos". El que está tras él repite lo
mismo, pero el que está situado en tercer lugar ha de decir: "Lo
sabemos, Señor". El cuarto finaliza con la frase: "Hemos
de obedecer". Termi
Webmistress:
Magahira@yahoo.com
Copyright 1998,1999,2000,2001,2002.2003.2004.2005 |