Déjame éxtasiarme en el lago de tu mirada
penas naufragarán por el río del embeleso
que quemén tus labios, cual llamarada
todas las ansias, ardientes de mis besos.
Dejame ser el agua cristalina donde te miras
ó quizas el arbol que lo deshoja el viento
ó ser el suelo bendito por donde tú pisas
pero déjame quererte amor como te quiero.
Déame ser de tu vida luz de los luceros
ó el rocío de la flor inérte ya marchita
y de tus ojos lágrimas, que bañen el sendero
siendo tal vez la amargura de la despida.
Déjame ser la sombra de tu propia sombra
sangre cual cascada de tu propia sangre.
ó el silencio, temeroso de lo que no se nombra
ó del amuleto ser, tu fiel acompañante.
Déjame adorarte como el mar a la luna
y los rayos del sol me envidien por besarte
y las flores te perfumen con su locura
y llorén de envidia las nubes en el aire.
Deja que se mueran de celos los querubines
y la arena sienta la lejanía de las olas
y salten rabiosos en el mar todos los delfines
aúnque todo el universo me declare loca.
Déjame quererte con esta diafana locura
siendo de tí lo indecible y exorbitante
déjame amor saciarme, total de la espuma
embriagándonos, en el balsamo de los amantes.
Zuleika Merced Derechos Reservados
1972
Sunday, 03 October, 1999
Cielo claro y la yerba con olor a mojado.
cuanto diéra porque esta mañana tu recuerdo,
se asomara, cuanto diera.
Solo un instante como nube que va pasando.
¡Cuánto diera!
Por llegár a tí, en mís inmensidades, sin correr
despacío pero corriéndo a lo que no se alcanza.
¡ Cuánto diera!
Y en el transcurso, tranquilo del aparente viaje
robarle a las flores su perfume para tus manos.
¡Cuánto diera!
Como el río fluye sin saber si el mar lo recibirá.
Para unirse en sus aguas, que sín notarlo si quiera,
lo atrapará envuelto en olas de arena y sal.
¡Cuánto diera!
¡Ay! que agonía, de qritar al viento como te quiero.
Donde los gritos del alma, se acallán con el recuerdo.
¡Ay! que dolor profundo la ausencía de tus besos.
¡Ay! lloran las ramas de los árboles en su silencio.
Pertubando ajenas las ansías de los tantos besos,
quedando inertes perdidos en la sombra del alma mía.
¡Cuánto diera!
Yerba verde olór a yerba seca y mojada.
Cielo azul testigo de nuestros amoríos.
¡Cuánto Diera!
por una tarde,
de besos ardientes , cual llamarada
Para derramárme en tí, sin ningún motivo.
!Cuánto diera!
¡Ay! dolor profundo que tráspasa las obcuras,
telarañas del sentir mío.
enredaderas de piel, deseos y delirios.
!Cuanto diéra!
¡Ay! lamento que arrastra al recuerdo, yerba mojada
con dulce sabor a sal.
¡Cuanto diéra!
Lentejuelas que con su brillo te alumbrarón una tarde.
Al camino oculto de mi soledad.
¡Ay! sollozos callados, que aún no saben vagando hacía los confines absolutos
Del rumbo inerte, solitario, del descánse en paz..
¡Cuánto diera al fín por estar contigo!
Zuleika Merced
©Derechos Reservados 1999
Puerto Rico, Yira
Ven amor desborda tus ansias en el ocaso
y de mí pecho recoje las diversas flores
para mitigar tú dolor en mí regazo
agua cristalina sepultes tus temores.
Bebe cual manjar delicioso mis labios
encarcela mi amor, prisión de tus amores
temor ínfame el de causarme agravios
cual llanto de miel, alejas sinsabores.
Ven amor desborda cual hilo de vida
tejas con ella el manto sacro del cielo
y lo adornes con las estrellas vespertinas
teñiendolo de color, arcoiris el sueño.
Desborda tus ansias, exténuas ya plateadas
borrasca de antaño amor y se mi dueño
cubre mi cuerpo, cual fuerte cascada
desciende incesante sútil al suelo.
Déjame absorberte cual delirío del sol
siendo el impetuoso y rebelde mar penetrar
de alegría, canturrear del ruiseñor
en el éxtasis sublime de tus años y amar.
Ven amor, demando ser tu luz en la alborada
entregate con el temor de los celos
y en cada beso tuyo entrégues el alma
y con los míos quedes por siempre preso
Zuleika Merced
©Derechos Reservados 1972, Thursday, 07 October, 1999
Ay tormentos de mis tormentos! Pensáres de mis pensares,
olvidarte no quiero, pero así tampoco puedo recordarte
Ay lamento frío en el mar túrbio ausentes de los besos
que se perdieron en el aire, y aún el olvido que no sabe
que llegué a olvidarte, solo en la lejanía del momento,
para derramarme como lluvía, que cae por las tardes.
Deliríos de abrazos pendientes quedaron de entregarse,
no sé si quererte como te quiero, sea lo justo y razonable.
Esta en mi boca el sabor de la angustía del deseo de llamarte.
Como la niebla que asaltando sin prisa el sitial del recuerdo.
Los sollozos navegantes, cascada que fluyen hacía mís tormentos,
la agonía de amarte, como el rocío arropa las inmensidades.
¡Tormentos de mís tormentos! Olvido que no acepta olvidarte.
¡Maldición! Gritando las locuras de los besos perdidos en el aire.
'¿Como borrarlos de mis labios? Las tardes cuando eran tan tarde,
para errante dormirme a solas en el recuerdo de los te quiero.
Como si los amoríos secretos tuyos y míos no fueran ya bastante.
de gritarle al silencio el secreto absúrdo, sepultado al marcharte.
Olvidarte no quiero, y tristes a lo lejos lloran las nubes en el aire.
Olvido pasajero ausencia triste como estrellas lejanas del cielo,
cabalgando los rumbos, como pétalos del perfume en mis rosales.
¡Ay tormentos de mís tormentos! ¡Ay pensares de mís pensares!
¡Maldición! Tu ausencía es el puñal en mi alma, olvido traicionero.
Que en silencio aleja el olvido dormido en las tardes,
de los recuerdos para volver en el olvido silencioso a recordarte.
Zuleika Merced
Derechos Reservados 1999 Thursday, 26 August, 1999
Dios tú siempre escuchas a los rezos de una madre.
¿Por qué siento que a mis rezos, tienes oídos sordos?
no hay dolor más profundo que a mi alma taladre
que el que envuelve a mi ser solo en sollozos.
Si no me pertenece, pero me lo regalaste una tarde,
Díme ¿Cómo hago para destruir su ausencia de mí poco a poco?
Si se derrama mi alma tras el, como ave errante
para no saber en realidad que rumbo escojo.
Dios, tu siempre escuchas a los rezos de una madre.
Por qué siento que viertes sobre mi, tu grave enojo?
Si sabes que él es mas que mi vida, mi propia sangre
cual luz y tinieblas, siendo de mi vida el cosmo.
Quizás, Dios, será que se me olvidó cómo rezarte?
Quizás será su vida del tiempo, solo un poco.
No permitiras? que en mis brazos vuelva a quedarse,
permítele un tiempo mas mi Dios, del tiempo todo.
Quizás será mi egoísmo, sin saber como amarle,
ó quizás se vierta mi insensatez, convertida en lodo.
Mi amor es corriente que lo arrastra y que no sabe
que el llegará a su mar sin mí esta véz sin mí el solo.
Ya mis pasos se perdieron y no sabrán como guiarle,
tendrá que caminar los caminos, todos, todos.
Ya no podré en las noches ni siquiera besarle.
Por qué mi Dios a mis rezos tienes oidos sordo?
Perdóname Dios, pero tu también si fueras madre
llenarías tu alma hacia tí, de innumerable enojo.
Se me olvida a veces que tu también eres el padre.
Y poseés su caminar, sus sueños, de él, lo poseés todo.
Dios tu siempre escuchas a los rezos de una madre.
Devuelvele a él su vida, tú puedes con un solo soplo.
Así mi alma podrá ir hacia tí en silencio cualquiér tarde
y él resurjirá como árbol con nuevas ramas y retoños.< BR>
Solo te ruego que tu amor infinito, a él al fin lo alcanze
sobre él te derrames, cual canción silente, te lo imploro
yo te lo devolveré a tí, como el amanecer de cualquiér tarde
aúnque mi corazón en mil pedazos, se quede por siempre roto.
Zuleika Merced
Puerto Rico Agosto 25, 1999 Derechos Reservados 1999 Yira, Thursday, 14 October, 1999
Tal vez en otra vida se abrán las puertas
éxistencias nuestras, almas ausentes afuera,
como el suspiro inérte de la noche que sabiendo
espera lentamente la llegada del nuevo día
donde en lago de suspiros lago de caricías
creyéndose vivo sin saber que está muriendo.
Quizás en penúmbra con el alma desnuda.
Bañada de la luna se duerma con los luceros
Del ayer muerto que hoy aún suspira,
sin saber que el suspiro se vuelve lamento.
Atrapado en cualquiér lejana ruta,
se cree despierta pero está durmiendo.
Los sueños absúrdos, ríos de las mentiras.
las enredadera de piel, las hojas de los besos,
que en la distancia inútil se marchitan.
Cayendo al suelo para ser de nuevo preso.
El dolor que grita desesperado su angustía,
como el rezo andante llora ajeno del silencio.
Silencio que a veces sin querer perturba
los sentimientos ocultos, aquellos nuestros.
Golondrinas que vuelan, con aparente astucía,
a la inevitable niebla, al monte de los miedos.
Queriendo atrapar sueños que aún no han muerto,
caén a la gruta, al mar inmenzo de los recuerdos.
Inevitable la lluvia se disfraza de pensamiento.
Derramárse a escondidas donde la lleve el viento.
Para desmayarse a óbscuras en la triste huída,
para errante perderse en vano con el tiempo.
Sin saber si en la otra vida, su dolor sea menos,
ausencia para siempre del lago de los momentos.
Quizás con el alma ápacible del amor desnuda,
se abrán a lo lejos otras puertas hacía otros cielos.
Donde las sombras de la noche sea luz del reflejo,
perfumando los te quiero con flores de ternura.
De navegar en esta vida con la ausencia de tus besos.
quizás en otra vida distante seamos luceros que se juntan.
Cuando te nombre allá tu alma será mi compañera.
Quizás se abra la puerta que aquí sin saber se cierra,
quizás cuando vuelvas a mi lado perdido en el ocaso.
Sea el encuentro de dos almas gemelas que han llorado,
con el alma desnuda de pasiones que así quedarón truncas.
Donde aún la muerte no logró al fin del todo, separarnos.
Será entonces tu voz serenata que en mi delirío se escucha
Donde las lágrimas de cristal al suelo se perdierón
cuando hacía el cielo mís ojos llorosos siempre te buscaban,
para sepultar en el negro manto de la noche, mis miedos
era solo entonces mi consuelo, los luceros de los luceros
erán tu alma y la mía que siempre en el cielo se besaban.
Zuleika Merced
©Derechos Reservados 1999 Puerto Rico Yira Wednesday, 01 September, 1999
Obligame a hacer el amor contigo
para que la conciencia no me duela.
Sean tus brazos ardientes, el abrigo
donde mi conciencia al fin se duerma.
Cabalgando tu cuerpo junto al mío
traspases aprisa mis fronteras
como gaviota herida, que cae la vacio
sin saber si esta viva, ó esta muerta.
Obligame a hacer el amor contigo
para que la conciencia no me duela
tiempo detenido en el tiempo mismo
abismo impetuoso de nuestras huellas.
Acaso no oyes, mi angustiado grito
que con el silencio, se vuelve queja
solo un instante a tu vida, solo le pido
para que se pierda en ti, lo que me aqueja.
Dolor que con tus besos caén al abismo
esfumándose en el aire todas mis penas
de no saber si te quiero por que te quiero
ó es mi soledad a la que a ti se empeña.
Obligame a hacer el amor contigo
para que la conciencia no me duela
como gaviota vere mi vuelo emprendido
hacía los confines, de otra espsera.
La espera aprisionaria, entonces mis sentidos
como gaviota triste errante y solitaria
la entregá sería el final de mi principio
del ayer que mi hoy, se convierte en nada.
Zuleika Merced
Nov. 28, 1990 Saturday, 04 September, 1999
Hoy decidí abrir el baúl de los recuerdos
donde duermen en el cementerio de mi memoria.
Donde sepulte en el todos mis sueños
navegando hacía el mar impetuoso de la historia.
Hoy decidí resucitarlos, al fin de nuevo
como notas perdidas que al silencio implorán
que se conviertan en luz alumbrando el sendero
del camino, recorrido hacía la aurora.
Hoy he vuelto al baúl de mis recuerdos
donde encontré las fotos, de mi juventud remota
ahí están apesúmbrados los dulces momentos
del ayer, que mi hoy en el presente añoran.
Encontré tu risa grabada en un pañuelo.
Y una flor que en mi ayer hoy, en mis manos se deshoja
Las cartas tuyas firmadas con los mil besos
que como perlas se derrámaron en mi boca.
Hoy me adentré a mi mundo tan mío y secreto
donde solo tú alejas la lágrima que se asoma.
Por la ventana de mi alma, que cae al suelo'
sin que seás tu esta vez, el que mi lágrima recojas
Que divino es el baúl de mis recuerdos
cerrado con la llave inaudita de las sombras
donde estarás para mi, aunque pasado el tiempo
donde el éco aprisiona mi voz aún, cuando te nombra.
Hoy he vuelto hacía ti por el mismo sendero
cuando caminános los caminos de las caricías todas
donde se resucita el amor, que no se ha muerto
y solo dormian el sueño ápacible de las horas.
Hoy he vuelto a abrir el baú de los recuerdos
donde la vida, a los recuerdos atesorán
que solo dormián aparentes, en la cama del tiempo
esperaban por mi, tristes, para despertarse a solas.
Hoy he vuelto al baúl de mis recuerdos
los desperte del pasado, deteniendo del reloj las horas
volví al pasado dulce, cual cancion del silencio
donde el mismo silencio, vuelve de nuevo y los aprisiona.
Zuleika Merced
Sept. 3, 1999
Sabes? sabes que tu dolor repentinamente lo hago mío
y están mis brazos siempre en la lejanía para abrazarte
Si tú, me olvidaste, en tu aparente absurdo inútil olvido
a mí se me olvidó, sin querer la necesidad de olvidarte.
Si sientes que a tu alma,
de pena en vano la envuelve el frío
y el dolor es mustío distante, inquieto, inaguantable
y si lágrimas de tu dolor, se pierden ajenas al vacío,
las alejaré en silencio amor despacio, cualquier tarde.
Sabes? Sabes que tu dolor lo hago sin saber muy mío
la entrega no necesita jamás de nuevo a entregarse.
si el dolor entonces a tu alma, es cual mar profundo
yo quiero ser solo la ola, en que tu dolor descanse.
Si tu dolor silencioso, sin saber lo hago tan mío
es que se me olvidó, de verdad que tenía que olvidarte
Y aunque sientas, que tu dolor no tiene aparente alivio
quiero ser la nueva manaña, para tu dolor aliviarte.
Si tú me olvidaste en tu aparente absurdo inútil olvido
no tienes que llamarme, para solo estar y acompañarte
Solo esta vez, iré a ti como pájaro, sabe que está herido
para en mis alas tu dolor a mis inmensidades llevarme.
Si tú me olvidaste en tu aparente absurdo, inútil olvido
a mí se me olvidó sin querer como nunca, a ti olvidarte
Quise darte el aliento del consuelo, el sentir muy mío
solo faltaba arrancarme el corazón, amor y te lo traje.
Zuleika Merced
Derechos de Autor 1999 Yira
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