Fue en una tarde de lluvia pertinaz.
El viento soplaba encima de lo verde
y con desdén locuaz, dos cúpulas mostrabas.


Cabellera argentina, mechones tersos, leves
tema de sinfonía. Tus labios breves,
rosados; tu fisonomía netamente andina.


Tienes silueta que despierta el lívido de todo aquel
que te mira. Eres esbelta con encantos de miel.
Tienes ojos de inmenso atractivo. Modelo de lienzo.


Tu perfecta cintura, es esbelta arquitectura;
tu vientre de seda; tu espalda, tus brazos,
todo lo que me vedas, tenían fuego, eran brazas.


No. Yo no olvido. Lo especial lo recuerdo más.
Y de nuevo pido y pido que vuelva el goce fugaz;
que muestres que eres mujer y después ... ¡Perecer!


Julio César Montoya
Chicago, IL / Dec. - 2002
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