¡Mater Admirabilis!
¡Santas madres nuestras!
Este poema va dedicado a
todas las madres
CASA
Todos los hombres de todos los tiempos
aprendieron a hablar con esta palabra,
las luces de los cielos se encendían oyéndola,
los árboles de la tierra florecieron escuchándola.
y los pájaros la cantaron en los nidos
y en el bramido de las fieras retumba.
Cuando nació la vida, todo dijo:
¡Madre Luz! ¡Madre Tierra! ¡Madre Agua!
Se prendieron los fuegos de los sacrificios
en las cimas broncas de las montañas
y la primera diosa de los hombres
fué madre de aquel que bajaba
todos los días a fecundar el mundo
desde los cielos llenos de llamaradas.
¡Isis! - Dijeron en el ministerio de los templos
los sacerdotes de las mitras sagradas.
¡Ceres! - cantaron coronados de rosas
los hierofantes de la Hélade Blanca.
¡Astarte! - en los mares fenicios
gritaban las voces de los nautas;
y hace doscientos siglos, en el tiempo
en que el tiempo no se contaba,
¡Knich-Kakmo! ¡Madre de la vida,!
¡Madre de la fuerza, Madre de la llama!
¡Con la gloria mística de los solsticios
clamaban en éxtasis nuestros padres mayas!
¡María! en la hora de los evangelios
la luz de los cielos desciende a las almas
y en medio del claro vuelo de los ángeles
sobre los humildes llenos de esperanza.
Mujer que tiene un manto de luceros
y el dragón vencido bajo de su planta
mares de dulzura derrama en la tierra
que hasta los ojos dolientes levanta,
con sed de ternura y hambre de justicia,
y con voz de herida humanidad la llama.
¡Madre de Dios! ¡Madre de misericordia!
y Ella tiene al pecho, siete puñaladas
y en los ojos siete estrellas fulgidas y
lluvia de dones corren por sus lágrimas.
Dolor infinito y amor sin orillas
Dolor y amor ¡Madre por divina gracia!
¡Dolor y amor altas luces de la vida!
Dolor y amor grandes y eternas palabras
Madre de los hombres, excelso prodigio
chispa de Dios dentro de la arcilla humana
Mater dolorosa, la que siente al hijo
que al llegar al mundo, le rompe la entraña.
La que luego gime junto al negro túmulo
de áquel que ya nunca volvera a besarla.
La que sufre el crudo martiro, sin nombre
de los abandonos, que desvelos pagan.
Pero que perdona, que perdona siempre.
Y bendice el filo que le hiere el alma.
La que llora el hondo vacio de la ausencia
y todas las noches enciede una lámpara
y todos los días reza porque vuelva áquel
que esta lejos y no dice nada.
La que entrega el hijo, cuando se lo
pide la Madre de Madres que se llama Patria.
La que en el silencio de los campos santos
vestida de luto como sombra pasa.
Con las monos llenas de flores humildes
Con los ojos llenos de fundidas lágrimas.
Mater amorosa que mece la cuna
¡Madre que sonrie, que sueña y que canta!
Cuando el niño cierra los ojos que ignoran
las cosas terribles que la vida guarda.
La que peina y riza los bulces de oro
como el sol de fiesta toda iluminada
la que a todo pecho de ilusión respira
la que borda luego la inicila de ensueño
mientras los pañales pequeñitos lava
sobre el joven pecho que revientan ancias.
La que besa el laudo que gano el artista
y la cruz que el bravo ganó en la batalla
la que aroma el lecho del galán que busca
besos de quimera en reja romántica o besos prohibidos
en la pecadora fiesta, que sangre de incendio arrebata.
La que por un beso, solo po un beso
casto y luminoso, sin dormir aguarda.
La que teje el velo nupcial de la hija
que de su regazo florido se marcha
a los brazos recios del que se la roba,
¡Porque así la vida sin piedad lo manda!
¡La que luego enciende fuegos de alegría
y con rosas vivas el techo en guirnalda.
Cuando el que ha sufrido retorna pidiendo
paz de nido para sus deshechas alas,
descanso y abrigo para su fatiga,
manos que se ponen en sus frías canas
y otra vez canciones que arrullen su sueño
y otra vez caricias que curen su alma!
¡Madre de los heróes, Madre de los Mártires!
¡Madre del soldado que cayó en campaña!
¡Madre del que sueña con la gloria arísca!
¡Madre del que busca paz sin encontrarla!
¡Madre del que vence con fortuna y fama!
¡Madre de mendígos y de paladines!
de triunfantes próceres y de oscuras parias!
¡Sean benditas en todas las lenguas, por todos
los hombres de todas las razas!
¡Mater Admirabilis! ¡Santas madres nuestras!
que nos dieron todo sin pedirnos nada!
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